sábado, 17 de julio de 2010

LOS PRIMEROS VINOS QUE LLEGAN A GALICIA, EN EL CASTRO DE VIGO

Analizando los envases que transportaban los vinos que hemos podido encontrar y documentar en el castro de Vigo, podemos hablar brevemente sobre los primeros vinos que probaron los gallegos de hace 2.000 años y en concreto, en nuestro caso, los habitantes de la comarca del Fragoso.
Los recipientes cerámicos que contenían vino, se conocen como ánforas vinarias y en nuestro yacimiento se han encontrado de dos tipos, en base, a su cronología y a su procedencia.
Los primeros vinos que llegan lo hacen en las denominadas "ánforas itálicas o altoimperiales". Como su nombre indica proceden de Italia, más concretamente de la zona centro y áreas geográficas adyacentes. Por otro lado, pertenecen a un marco cronológico que se sitúa entre el siglo II al I antes de Jesucristo.
Posteriormente tenemos las que conocemos por "ánforas béticas" que como bien dice su nombre proceden de la zona de la antigua Bética zona, o sea, nuestra actual región geográfica de Andalucía. La época que podemos manejar para constatar una gran cantidad de las mismas en los registros arqueológicos de nuestro castr, es hacia el siglo I y II después de Jesucristo.
La cantidad que solían transportar estas ánforas oscilaba entre los 15 y 20 litros. Las paredes interiores de las mismas estaba en la mayoría de los casos, recubierto con resina, lo que le daría al vino un cierto sabor a esta materia, como solía pasar con los vinos griegos. En algunas de ellas, encontramos unas marcas estampilladas que hacen referencia al que fabrica el envase o al mercader que comercia con el vino. En ocasiones corresponde al mismo, pues en su negocio, se fabrican los recipientes y luego se llenan con sus propios vinos. En el castro de Vigo, poseemos dos marcas, similares a otras localizadas en el famoso castro de Sta. Tegra, en A Guarda, también importante emplazamiento en esta época y que por lo visto compartía los mismos gustos.
También es frecuente encontrar "grafitti" en las ánforas. La mayoría de ellos en el remate final del mismo y consistían en líneas incisas paralelas, aspadas, cruzadas,...que corresponderían a signos que marcarían la propiedad de cada una de ellas.
En el caso de Vigo, las ánforas serían desembarcadas en el puerto de la zona de el Areal y luego se transportarían medían carros o por personas hasta el poblado. Una vez en él, el contenido de las mismas, se depositaría en otros recipientes previstos para ello, como serían los grandes "dolium" y las ánforas ya vacias, se tirarían en una zona en el que se amontonarían los desperdicios varios de todo el poblado. Tenemos documentado un gran "basurero" o "concheiro" (llamado así por el gran úmeros de conchas que se encuentran en él) en la ladera del naciente, que ha proporcionado excelentes piezas arqueológicas localizadas entre esta "basura": fragmentos de vasijas de lujo, diversas monedas de bronce de Octavio Augusto, fibulas y anillos del mismo metal, vidrios,...
Por lo expuesto aquí, podemos decir que los primeros vinos que llegaron a beber nuestros antepasados corresponde a los procedentes, en primer lugar, al centro de Italia y luego a vinos del sur de la península ibérica.
No tenemos constancia del cultivo de la vid en esta época y pensamos que la misma, como varios autores sobre el tema comentan, se introduce ya en la edad media y posiblemente gracias al camino de Santiago de Compostela y por los monjes cistercienses. Por lo cual tendríamos que estar hablando de que el primer cultivo de vinos gallegos proceden de vinos franceses,..pero esa es otra historia.
Nota.- En la imagen, fragmento de un borde de una "ánfora altoimperial o itálica" encontrada en las excavaciones del castro de Vigo. Se puede notar que la superficie exterior poseía un pequeño recubrimiento de arcilla pulida, que le daría otro aspecto al que podemos contemplar hoy, al ver los restos de estos recipientes.

EL ÚLTIMO TRABAJO SOBRE EL MONTE DEL CASTRO DE VIGO

En estas magníficas fotografías de principios del siglo pasado del Monte del Castro, podemos observar la configuración que conservada en esa época y en la que podemos apreciar ciertos desniveles y aterrazamientos en el mismo, que nos están hablando sin duda de la primitiva forma que poseía este emplazamiento castreño, que sin lugar a dudas es el más grande en extensión e importancia de todo nuestro municipio.
Viendo la fotografía inferior, también nos llama la atención, como su ladera era utilizada para grandes celebraciones, por lo cual el papel de relevancia del mismo, dentro de nuestra ciudad, siempre estuvo presente.
El objetivo de este pequeño comentario de hoy, es felicitar al arquitecto y amigo Jaime Garrido, por el exclente trabajo que ha realizado hace unos meses y que ha merecido el primer Premio de Investigación, que anualmente la Deputación Provincial de Pontevedra, concede a estudios que destacan de los realizados sobre nuestra provincia, en diversas materias. Esperemos que en breve, sea publicado y que los amantes a nuestra historia, podamos disponer de otro magnífico libro de este infatigable investigador vigués, que tan buenos trabajos ya nos ha proporcionado.
Por las conversaciones que he tenido con el citado historiador, cuando estaba redactando este estudio, pienso que antes de acometer y detenerse a analizar con toda minuciosidad la historia de la fortaleza o castillo del Castro de Vigo, nos dará su opinión del período en el que en el citado monte, se desarrolló la cultura castreña, dejándonos como huellas las diferentes construcciones que hoy día pueden verse, ya musealizadas y otras, situadas por la ladera opuesta, que nos hablan sin duda del gran perímetro que poseyó en su momento de máximo esplendor ( hacia el siglo I después de Jesucristo) este poblado ya galaico-romano. La multitud de objetos y piezas arqueológicas que actualmente pueden ser contempladas en la sala de Arqueología del Museo Municipal "Quiñones de León" de nuestra ciudad, nos ilustran perfectamente de este yacimiento arqueológico en la fase final de la cultura castreña e inicio de la denominada "galaico-romana".
Sin lugar a dudas, también tratará de la etapa medieval que se desarrollo en este lugar, que por los escritos históricos de la época, fue escenario de importantes batallas, con personajes muy conocidos en las vicisitudes que sucedieron en nuestra comarca en la baja edad media. Falta hasta ahora un estudio completo y serio sobre este marco cronológico, que aunque muchas veces tratado, continúa con muchas lagunas de información.
Y por último, podremos conocer de primera mano y bien estudiada la historia completa de la fortaleza borbónica situada en su cima y que poseía varias construcciones militares fuera de su recinto principal y que constituían parte de su sistema defensivo.
Como curiosidad decir que en diferentes campañas arqueológicas, hemos podido localizar diferentes fragmentos de vasijas medievales y monedas de esa época y posteriores, pero en niveles secundarios, que nos informan de las transformaciones que sufrió este monte através del tiempo y como las niveles de ocupación posteriores, fueron borrando de la vista los restos de las etapas anteriores, como la castreña, romana y medieval, quedando finalmente el último nivel de funcionamiento, que corresponde al período de la fortaleza de los siglos XVII-XVIII.
Todo ello, nos hace esperar pacientemente esta publicación que supondrá por fin, poseer un libro, que monograficamente trata de manera rigurosa y bien documentada, del principal punto de referencia de nuestra ciudad: el Castro de Vigo